A raíz del inicio de este blog, la doctora Vilma Barahona Matamoros, distinguida patóloga de la ciudad de Oaxaca, me propuso escribir sobre el papel que juega el patólogo en la medicina actual, tanto pública como privada. Me señaló un par de temas específicos a indagar: el porqué en algunas instituciones estamos adscritos a una división o dirección llamada “servicios auxiliares de diagnóstico” y la razón por la que varios departamentos de Patología se encuentran ubicados en el sótano del hospital.
Sobre este último tema recordé enseguida que ya había escrito algo con anterioridad. En aquel texto citaba un editorial que el doctor Eduardo López Corella publicó en Patología. Revista Latinoamericana el año 1991, titulado “El patólogo como guardián del tesoro”, donde el autor citaba a su vez un editorial que el patólogo italiano emigrado a los Estados Unidos Renato Baserga publicó en The New England Journal of Medicine en 1973, que se titulaba “Patólogos: ¿sirvientes o colegas?”.
En el editorial de Baserga se señala la pasividad de ciertos patólogos ante el poder que ejercen otros médicos y administradores, dejándose manipular por ellos. Algunas de las frases del texto son demoledoras: “Entre otros médicos, el patólogo ha llegado a hacerse con la imagen de una persona dócil y obediente que se presta a trabajar en los sótanos, que colecciona monedas antiguas en su tiempo libre y que nunca protesta”.
Desde luego que se trata del punto de vista de un patólogo en particular, fruto de su experiencia personal y de la época que le tocó vivir, y no hay que coincidir necesariamente con él. Sin embargo, no podremos negar que algunos de esos rasgos los hemos observado o incluso experimentado en alguna que otra ocasión. Surgen, sobre todo, en el ejercicio de la práctica privada, cuando en la lucha por obtener el diario sustento estamos a merced de los médicos que nos envían las muestras para que las estudiemos.
No sé si será por cuestión genética (Cataluña es cuna de anarquistas), epigenética (me crié en un hogar de trabajadores) o ambas, que es lo más seguro, pero siempre me ha costado obedecer a las figuras de mando que carecen de autoridad moral, cosa que en nuestro medio es bastante frecuente. Y me he empeñado en combatir los estereotipos que los médicos clínicos y los cirujanos suelen tener de nosotros. Por eso, apenas graduado de patólogo, escribí un texto que se publicó en una revista hoy extinta del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán al que titulé “De la relación entre los médicos clínicos y los patólogos”.
Yo no creo que la razón por la que varios departamentos de Patología se encuentran ubicados en el sótano del hospital tenga que ver con nuestra actitud tímida y servil (hubo antaño razones prácticas relativas a los cadáveres y las autopsias). Pero cuando me lo preguntan prefiero responder que se debe a que, como el titán Atlas de la mitología griega, cargamos sobre nuestros poderosos hombros todo el mundo de la Medicina.
Luis Muñoz