En 2015, para obtener el grado de Máster en Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona, escribí una tesina titulada “La bioética en la práctica de la anatomía patológica”. Entre otros aspectos, dediqué algunas líneas a una de las actividades frecuentes de nuestra práctica profesional cotidiana: la consulta de casos con otros colegas. Les comparto aquí lo que escribí en aquel entonces:
“Una de las ventajas de la anatomía patológica es la facilidad de consultar a colegas expertos aquellos casos de diagnóstico difícil. Basta con obtener nuevos cortes del bloque tisular que pueden enviarse al patólogo que se desea consultar. Esta es una manera de prevenir los errores diagnósticos que pueden conducir a conflictos en la relación con los médicos tratantes y con los propios pacientes. De acuerdo a la Asociación de los Directores de Anatomía Patológica y Patología Quirúrgica de los Estados Unidos [Association of Directors of Anatomic and Surgical Pathology (1994). Consultations in Surgical Pathology. Am J Clin Pathol 102: 152-153.], las razones para consultar un caso son diversas y entre ellas están las siguientes:
1)Incertidumbre diagnóstica del patólogo que está estudiando el caso.
2)Desacuerdo en el diagnóstico de un caso entre dos o más patólogos de un grupo que está estudiando un caso.
3)El deseo del paciente de contar con una segunda opinión.
4)El deseo del médico tratante de contar con una segunda opinión.
5)Como parte de las acciones del sistema de control de calidad.
6)El traslado de un paciente a otro hospital cuyos los patólogos tienen que revisar el tejido previamente estudiado para confirmar o refutar el diagnóstico.
En toda consulta existe un patólogo que consulta el caso y un patólogo que es consultado (patólogo consultante). Las responsabilidades del patólogo que consulta el caso incluyen el envío del material de estudio del caso que se consulta (laminillas, bloques tisulares, técnicas especiales, etc.), acompañado de una copia del reporte con su diagnóstico o la lista de diagnósticos diferenciales que está considerando y una carta en donde exponga los motivos por los que solicita la consulta. Si los hubiere, también deberá enviar todo el material y reportes previos del caso. Si envía el caso en consulta a varios patólogos, les deberá informar a cada uno el diagnóstico establecido por los demás colegas consultantes. El patólogo que consulta el caso deberá integrar a su propio reporte final la opinión del patólogo consultante. El patólogo consultante tiene el derecho de rechazar el caso que le fue enviado si considera que su opinión no beneficiará al paciente. Si acepta el caso, tiene la obligación de enviar una copia de su reporte al patólogo que le consultó el caso. Si el diagnóstico del patólogo consultante difiere del establecido inicialmente por el patólogo que envía el caso e implica cambios en el tratamiento del paciente, el patólogo consultante deberá hacérselo saber con prontitud al patólogo que envió el caso para consulta”.
A lo largo de los casi treinta años en los que he ejercido la práctica de la profesión he tenido la oportunidad de ser patólogo consultante. Salvo alguna ocasión en la que lo haya olvidado, siempre he enviado una copia de mi reporte de consulta al (a la) colega que analizó el caso originalmente. A veces también le comuniqué mi diagnóstico mediante una llamada telefónica, sobre todo si difirió del suyo. Creo que es lo que debe hacerse siempre. Es un elemento importante de las llamadas “buenas prácticas” que todos debemos adoptar sin excepción. Eso estrecha las relaciones profesionales y nos protege como gremio ante la incomprensión de otros médicos, de los mismos pacientes y sus familiares y de los no pocos abogados interesados en sacar provecho económico cuando olfatean la posibilidad de entablar una demanda. Sólo entre patólogos se comprenden las minucias morfológicas, los aspectos técnicos y las condiciones humanas que explican la divergencia de diagnósticos en un mismo caso.
Debo admitir también que en ese mismo período de tiempo han sido contadas las ocasiones en las que he sido correspondido cuando un caso analizado por mí se ha consultado a otro (a) colega.
Creo que tenemos mucho que hacer en pro de una práctica profesional no sólo respetuosa (entre nosotros y con el resto de los especialistas), sino cordial, y mucho que trabajar para transformar la competencia en solidaridad, fortaleciendo entre nosotros el noble sentido de pertenencia gremial. No sólo es un deber, sino una forma de ejercer la profesión con altura de miras, buscando siempre el máximo beneficio de nuestros pacientes y otorgándonos entre nosotros el trato atento y educado que todos merecemos.
Publicado por: Luis Muñoz Fernández