El pasado miércoles 3 de marzo de 2021 tuve nuevamente el privilegio de asistir de manera virtual a un seminario de dermatopatología dictado por el doctor Phillip H. McKee, maestro de esa disciplina que no requiere de mayor presentación. Fue gracias a la generosa invitación de la doctora Marcela Saeb, que siempre me incluye entre los interesados.
Disfruté lo indecible con la exposición de los casos por el maestro, que incorporaba los datos clínicos relevantes a la par que pasaba la primera imagen histopatológica a bajo aumento. Integrando armoniosamente la información histopatológica con la topografía, la edad y la descripción clínica de la dermatosis (foto clínicas incluidas), iba mostrando imágenes cada vez a mayor aumento y señalando los rasgos microscópicos que habían atraído su atención en ese caso, como los indicios que señalan la ubicación de la presa para un noble y experimentado cazador.
Sólo cuando era necesario o como una confirmación de lo que él ya había concluido con la observación de los cortes teñidos con la hematoxilina y eosina, mostraba también las inmunorreacciones que no dejaban ni la más mínima duda de lo acertado de su diagnóstico, mismo que develaba hasta el final, no sin animarnos antes a expresar nuestras propias opiniones mientras asistíamos a su lección
Tal vez porque la facilidad con la que demostraba que la solidez de su análisis se logra solamente con una dedicación esmerada, muchas horas de estudio, devoción a la disciplina y un talento innato potenciado con el esfuerzo constante, se entiende que su maestría no puede estar al alcance de cualquier profesional de la anatomía patológica.
Escuchándolo, recordé un libro de otro maestro de la patología cutánea, el doctor A. Bernard Ackerman, cuyas ideas muchas veces contrarias a la corriente de pensamiento de la mayoría de los dermatopatólogos, siempre son un ejemplo de las saludables virtudes de la discrepancia fundamentada como ejercicio de cuestionamiento a las verdades establecidas. El libro en cuestión es A philosophy of practice of surgical pathology: Dermatopathology as model (Ardor Scribendi, 1999). Mi ejemplar contiene una dedicatoria escrita y firmada por su autor en la que puede leerse: “Para Luis, con la esperanza de que algunos de los pensamientos expresados en estas páginas le sean de provecho en la evolución de su propia filosofía de la vida”.
Los libros del doctor Ackerman, y los de otros distinguidos expertos en este campo, me han acompañando durante más de 30 años de práctica profesional en la que las circunstancias personales me han llevado a cultivar como patólogo general la dermatopatología. La neoplásica como cualquier patólogo general, pero también he acometido con especial interés el estudio de las lesiones inflamatorias de la piel. Medio en serio y medio en broma, suelo decir que soy un “dermatopatólogo d’emblée”, es decir, sin una fase previa de preparación formal en algún curso universitario de esta disciplina.
De cualquier manera, si como patólogo general hubiese deseado hacer la subespecialidad de dermatopatología en el curso avalado por la UNAM, no habría sido admitido por no ser dermatólogo. Requisito absurdo en un país donde la inmensa mayoría de las biopsias cutáneas son analizadas por patólogos generales como yo. Hace algunos años fui invitado a formar parte de un grupo de patólogos generales, dermatopatólogos ex dermatólogos y dermatopatólogos ex patólogos generales que intentó romper la maldición que nos impide a los patólogos generales estudiar ese curso de subespecialidad. No lo logramos. A veces, el muro de la sinrazón es infranqueable.
Pero volvamos al libro del Dr. Ackerman del que estábamos hablando. Su índice contiene 44 capítulos, cuyos títulos anticipan una lectura irresistible. El estilo del Bernard Ackerman, con afirmaciones a veces rotundas y desafiantes, puede resultar un tanto chocante, pero su elegancia y erudición son indiscutibles. He aquí los títulos de algunos capítulos:
1.-El paciente es el propósito; el propósito es el paciente.
4.-Mente abierta, observación minuciosa, conocimiento profundo, pensamiento crítico, interpretación razonable.
5.-Precisión en el lenguaje.
8.-La patología general y la dermatopatología son una sola patología.
15.-Un método algorítmico para el diagnóstico histopatológico.
18.-Errores en el diagnóstico.
20.-Mitología.
21.-Clichés.
22.-Pifias y pistas clínicas para el diagnóstico histopatológico preciso.
27.-La mejor tinción especial.
28.-Minimizando los errores en el diagnóstico.
29.-Elaboración de un informe de patología informativo.
34.-Escepticismo, reflexión, resistencia, responsabilidad y tenacidad.
36.-“No sé” y “Me equivoqué”.
41.-Una profesión no es un negocio.
42.-La palabra clave en Medicina.
43.-La palabra mágica en Medicina.
En la siguiente parte de esta entrada expondremos algunos de los conceptos contenidos en estos u otros capítulos.
Publicado por: Luis Muñoz Fernández