Al inicio de los veinte años de vida que tiene la Federación de Anatomía Patológica de la República Mexicana se me encargó la elaboración de un boletín que diera cuenta de lo relacionado con ella. Aquella publicación impresa, titulada Evolución, tuvo una vida efímera pues, si la memoria no me traiciona, sólo alcanzó dos o tres números para después desaparecer.
En el segundo número, que se publicó en 2004, escribí un artículo titulado “La idea de una federación de patólogos mexicanos“, en donde escribí lo siguiente: “La idea de crear una federación que coordinase a las diferentes agrupaciones de patólogos que han surgido en el país no es reciente, pues fue planteada por primera vez en 1979 por el Dr. Ruy Pérez Tamayo y la Dra. Cecilia Ridaura Sanz en el marco del 25 aniversario de la Asociación Mexicana de Patólogos”.
Justamente en los días pasados, cuando me documentaba para escribir la entrada anterior (Los libros del Príncipe de la Anatomía Patológica) y revisaba la amplísima producción científica y literaria del doctor Ruy Pérez Tamayo editada en (hasta ahora) 26 volúmenes por el Colegio Nacional, me encontré en el volumen 5 (Artículos de divulgación) un texto titulado Los próximos 25 años de la Asociación Mexicana de Patólogos, una transcripción de un artículo con el mismo título publicado originalmente en 1980 en el volumen 18 de la revista Patología, páginas 123 a la 127.
Con la ventaja de estar viviendo hoy el futuro que vislumbraba el doctor Pérez Tamayo en aquel lejano 1979, leí su artículo y me sorprendió mucho. Tanto, que decidí compartir algunas de sus frases y párrafos en este espacio. Al comparar sus estimaciones con lo que ha sucedido durante las últimas décadas encontré notables coincidencias y también varias diferencias. No en balde, el doctor Pérez Tamayo empezó su artículo con esta frase: “La futurología es una de las actividades humanas más peligrosas, no sólo porque las predicciones tienen un alto riesgo de resultar equivocadas, sino también porque de todas las expresiones del individuo son las que revelan con mayor transparencia sus deseos e inclinaciones, su postura optimista o pesimista, su filosofía de la vida”.
El artículo fue escrito en 1979 con motivo del 25 aniversario de la Asociación Mexicana de Patólogos (AMP, hoy CAMP: Colegio y Asociación Mexicana de Patólogos), fundada en 1954. La doctora Cecilia Ridaura Sanz, que fue su presidenta de 1979 a 1980, le pidió al doctor Pérez Tamayo que imaginase lo que le iba a ocurrir a la Asociación durante los siguientes 25 años. A pesar de las reservas que él abrigaba, aceptó el reto “porque a Cecilia no puedo decirle que no”.
El artículo empieza distinguiendo los dos enfoques con los que se puede intentar adivinar el futuro de la AMP: el del realista u observador imparcial del pasado y el presente de la Asociación, que hará una proyección de los que va a pasar en los próximos 25 años, y el del regidor y moralista que señalará lo que debe pasar en ese mismo lapso temporal. El primero es optimista porque piensa que ocurrirá lo que deba ocurrir. El segundo es pesimista porque presume que no sucederá lo que debiera suceder. El doctor Pérez Tamayo promete ser más el primero que el segundo, pero admite de antemano que no podrá retener por completo al moralista-pesimista. A continuación, transcribo literalmente (aunque no necesariamente en el orden original) algunos párrafos en los que expone lo que cree que ocurrirá durante los próximos 25 años:
“¿Hasta qué grado somos responsables nosotros, los patólogos mexicanos de 1979, de lo que ocurra con los patólogos mexicanos del año 2004? La respuesta a esta pregunta debe preocuparnos, porque aunque no tengo datos cuantitativos para responderla con objetividad, creo que muy difícilmente podemos eludir nuestro compromiso con el futuro. Como cuerpo colegiado, nuestra asociación nunca ha hecho frente formal a este compromiso; en mi bola de cristal veo que durante los próximos 25 años varias mesas directivas lo tomarán en cuenta y buena parte de sus actividades estarán dirigidas a propiciar su planeación y desarrollo saludables”. […]
“Como todo organismo complejo y multicelular, nuestra Asociación ha seguido el mandato bíblico: Creced y multiplicaos. Como en casi todo lo que hacemos los patólogos, esto también lo hemos cumplido con moderación. […] Sin ánimo de entrar en controversias teológicas, creo que los organismos complejos y multicelulares tienen otros mandatos que cumplir, tan perentorios y tan importantes como los bíblicos, que son los biológicos; de ellos, quizá el más imperativo se refiere no sólo al crecimiento, sino a la diferenciación. […] Creced y diferenciaos es la ley que permite la selección natural y, a través de ella, la evolución. El término Evolución no se usa como sinónimo de progreso, sino simplemente como cambio, como generación de especies diferentes cuya multiplicidad depende no sólo de su constitución intrínseca sino del medio ambiente en que se encuentran. […] Mi bola de cristal señala que durante los próximos 25 años el proceso de diferenciación (especialización) entre los patólogos se establecerá en forma no sólo ocasional sino generalizada, no sólo de manera oficiosa sino oficial”. […]
“Creo que lo mejor que le puede pasar a nuestra Asociación Mexicana de Patólogos, A.C. en los próximos 25 años, es que desaparezca. Oyeron bien. Dije que el mejor destino de la Asociación Mexicana de Patólogos, A.C. en los próximos 25 años es desparecer. No sólo sería este un signo de madurez, sino de generosidad. Cuando la fundamos, la inmensa mayoría de los patólogos mexicanos vivíamos en el Distrito Federal; por lo tanto, cometimos el pecado histórico de igualar a la ciudad de México con nuestro ancho país”. […]
“Mi bola de cristal se aclara para revelar que en los próximos 25 años la Asociación Mexicana de Patólogos, A.C. reconocerá que su vigencia ha terminado y se disolverá, para surgir como la Asociación Mexicana de Patólogos del D.F., que junto con las nuevas asociaciones hermanas, del norte, del centro, de occidente, y de otras regiones más del país, darán origen a la Federación de Asociaciones Mexicanas de Patólogos. La diferencia en el número de socios es irrelevante; la cantidad nunca ha sido sustituto de la calidad. Espero que esta transformación ocurra pronto, para poder verla personalmente; pero también espero que ocurra pronto porque creo que hemos alcanzado el momento de efectuarla, porque nuestros colegas y compañeros que no trabajan y sufren en el D.F. se la han ganado a base de esfuerzo persistente y de calidad profesional”.
Hasta aquí las citas textuales del doctor Pérez Tamayo. Deseo agregar que algunas de las diferencias que observo entre lo que el doctor Ruy Pérez Tamayo escribió y lo que ha ocurrido en este presente me hacen sentir la melancolía de las oportunidades que, habiendo estado a nuestro alcance, no hemos sabido, no hemos podido o no hemos querido aprovechar en beneficio de nuestra propia comunidad.
La frase que le da el título a esta entrada se atribuye a diferentes autores. Los más citados no podrían ser más dispares: el científico y escritor Arthur C. Clarke y el beisbolista Yogi Berra (el que dijo también aquello de “Esto no se acaba hasta que se acaba”). En realidad, lo que importa es que expresa muy bien la imprevisibilidad que encierra toda predicción, aunque pienso que en este caso las palabras del doctor Ruy Pérez Tamayo quisieron plasmar más sus deseos (él mismo parece admitirlo en la primera frase de su artículo), que constituirse en una profecía. Y, viendo cómo se han dado las cosas entre nosotros, no tenemos más remedio que darle la razón a Arthur C. Clarke y/o a Yogi Berra.
Publicado por: Luis Muñoz Fernández